viernes, 29 de agosto de 2014

Hombres necios que acusáis, Sor Juana Inés de la Cruz.

Hombres necios que acusáis 
a la mujer sin razón, 
sin ver que sois la ocasión 
de lo mismo que culpáis. 

Si con ansia sin igual  
solicitáis su desdén, 
¿por qué queréis que obren bien 
si las incitáis al mal? 

Combatís su resistencia 
y luego con gravedad  
decís que fue liviandad 
lo que hizo la diligencia. 

Parecer quiere el denuedo 
de vuestro parecer loco 
al niño que pone el coco  
y luego le tiene miedo. 

Queréis con presunción necia 
hallar a la que buscáis, 
para pretendida, Tais, 
y en la posesión, Lucrecia.  

¿Qué humor puede ser más raro 
que el que, falto de consejo, 
él mismo empaña el espejo 
y siente que no esté claro? 

Con el favor y el desdén 
tenéis condición igual, 
quejándoos, si os tratan mal, 
burlándoos, si os quieren bien. 

Opinión ninguna gana, 
pues la que más se recata, 
si no os admite, es ingrata, 
y si os admite, es liviana. 

Siempre tan necios andáis 
que con desigual nivel 
a una culpáis por cruel 
y a otra por fácil culpáis. 

¿Pues cómo ha de estar templada 
la que vuestro amor pretende, 
si la que es ingrata ofende 
y la que es fácil enfada? 

Mas entre el enfado y pena 
que vuestro gusto refiere, 
bien haya la que no os quiere 
y queja enhorabuena. 

Dan vuestras amantes penas 
a sus libertades alas 
y después de hacerlas malas 
las queréis hallar muy buenas. 

¿Cuál mayor culpa ha tenido 
en una pasión errada: 
la que cae de rogada 
o el que ruega de caído? 

¿O cuál es más de culpar, 
aunque cualquiera mal haga: 
la que peca por la paga  
o el que paga por pecar? 

¿Pues para qué os espantáis 
de la culpa que tenéis? 
Queredlas cual las hacéis 
o hacedlas cual las buscáis. 

Dejad de solicitar 
y después con más razón 
acusaréis la afición 
de la que os fuere a rogar. 

Bien con muchas armas fundo  
que lidia vuestra arrogancia, 
pues en promesa e instancia 
juntáis diablo, carne y mundo.

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